La lactancia materna es el mejor alimento que podemos dar a nuestros bebés, pero más allá de su valor nutricional, juega un papel crucial en el desarrollo y crecimiento del sistema estomatognático del bebé, siendo para él un esfuerzo coordinado de todas estas estructuras.
El sistema estomatognático está constituido por: labios, lengua, frenillos, encías, mejillas, paladar, piso de la boca, glándulas salivares, amígdalas, oro faringe, senos paranasales, atm, músculos oro faciales, maxilar superior maxilar inferior y dientes.
Todas estas estructuras empiezan su crecimiento y desarrollo, desde la primera succión del bebé y con el paso del tiempo el ejercicio continuo ayudará a la armonía de éste sistema.
Analizando los efectos positivos de la lactancia materna inmediata, podemos observar, cómo los huesos del cráneo que sufren una deformación fisiológica al pasar por el canal del parto, poco a poco se empiezan a recolocar; luego al iniciar la succión se genera una correcta posición
lingual, que más adelante establecerá una deglución fisiológica, muy importante para cuando empiece la alimentación complementaria. Una lengua bien posicionada, es fundamental para el crecimiento de los huesos donde saldrán los dientes del bebé y más adelante de ese niño. La lactancia materna hace que el bebé respire por la nariz, ese aire que entra, ayuda al fortalecimiento de la cavidad torácica, a la apertura de los canales auditivos y al desarrollo de las vías aéreas, estableciendo una respiración nasal, tan importante y vital para su vida.
El ejercicio constante que se genera con la lactancia materna estimula el crecimiento y desarrollo del hueso maxilar superior y del hueso maxilar inferior, donde están alojados los dientes del bebé que aparecerán más adelante y que gracias a este ejercicio se irán ubicando fisiológicamente en la boca, teniendo el espacio suficiente. A nivel facial la lactancia materna promueve la armonía de la cara del bebé disminuyendo la retrognatia fisiológica con la que nace, va tonificando todos los músculos faciales y va generando un equilibrio en todas las estructuras del sistema estomatognático. El mayor crecimiento craneofacial se produce dentro de los primeros 4 años de vida, por lo tanto, un año de lactancia materna como mínimo, es aconsejada para un buen desarrollo craneofacial.
Saber todos estos efectos positivos en el desarrollo y crecimiento del sistema estomatognático del bebé, es fundamental para seguir promocionando la lactancia materna como una de las mejores formas de prevenir diferentes alteraciones que se van presentando en los niños como: la respiración bucal, la apnea del sueño, la deglución atípica, otitis y amigdalitis a repetición, cansancio, ojeras, desarmonía facial, alteración postural,
diagnóstico de déficit de atención, hiperactividad, mirada triste, falta de espacio para los dientes y todo lo que puede desencadenar una nula función del sistema estomatognático en ausencia de lactancia materna.